sábado, 2 de agosto de 2014

La lluvia del norte en verano...

La lluvia del norte en verano es un regalo. 
A veces llega de pronto, otras anunciándose con cielo aborregado y viento del oeste. 
La lluvia del norte en verano es una bendición que mantiene la hierba verde y rompe la monotonía de los veranos insoportables que impiden el descanso...
Todo se hace más lento y hay que cambiar los planes. Los niños descubren otros juegos y los mayores aprecian el placer de encerrarse a leer.
En cierto modo, todo se hace más triste. O nostálgico. O no, que lo llamamos así porque ya no nos gusta el silencio. A veces el silencio nos obliga a hablar con nosotros mismos de otras cosas. 
Exacto, la lluvia también es silencio. Nadie en las playas, nadie en las calles. 
Cuando se hace de noche, aún se oye más la lluvia. No porque caiga con más fuerza, sino porque todos descansan y dentro de casa se sienten de cerca las gotas que se estrellan en las viejas tejas.
Hace fresco. 
Uno tiene tiempo para reflexionar sobre las preocupaciones y aprovecha para ordenar los temores. Gracias a esa lluvia del norte en verano, en vacaciones, podemos recordar lo que verdaderamente importa y lo que nuestras manos deben acariciar. Así, quedan aparcadas las nimiedades que intentan quitarnos la paz.
La lluvia limpia el aire y también las almas que se escuchan cuando se impone el silencio. Somos conscientes de lo que echamos de menos y recordamos que necesitamos lo que nosotros mismos nunca podremos procurarnos.
La lluvia del norte en verano es un regalo pero casi todos buscan el buen tiempo asegurado porque a casi nadie le gusta el silencio...
Que llueva hasta el amanecer, que necesito soñar...
Buenas noches.


1 comentario:

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